¿Dónde fallamos? ¿Cómo hace una sociedad para convencer o dejarse convencer? ¿Hasta donde podemos remar en contra la corriente? ¿Por qué dejamos que nos traicionen los sentimientos? ¿Por qué somos tan descreÃdos de lo que nos dicen los que estudiaron, los que saben, los asesores de productores.?
¿Por qué reina el no te metas, o el no cuentes lo que estás haciendo, la critica sin compromiso, sin participación, sin vivirla desde adentro?
Veamos juntos algunas causas a tanto desvarÃo, para echar un poco de luz a tantos cabos sueltos.
“Es la economÃa, estúpidoâ€. Célebre frase de un presidente del norte ante el asombro de cierto periodista, que no entendÃa cómo con tantos desaciertos polÃticos pero con una economÃa floreciente para el electorado, arrasaba en las elecciones… Este sofisma para la apicultura seria hoy “es el campo, estúpidoâ€.
Y el campo tal como lo pintaron los libros de antaño ya no está, desapareció, hoy es un lindo recuerdo, acostumbrados a cosechas regulares continuas, y alguna opulenta aunque mas no sea en forma esporádica, hoy ni lo uno ni lo otro, esta actividad que otrora permitÃa a algunos iluminados hacerse la América y vivir bien al resto, con un poco de esfuerzo regular, dejó paso solamente a los apasionados y testarudos.
Muchos colegas que fueron referentes, de esfuerzo y compromiso, están desorientados, perdidos en un mapa de carreteras de nuestro inmenso paÃs, sin dar con el paraje acertado, donde revivir la fiesta de nuestros padres y abuelos. Cuando no otros, decir basta, no vale el esfuerzo.
El campo no está, o está muy lejos, y llegue tarde, con la seca o la inundación, cuando paso el mosquito o el avión, la topadora, o el rey sol.!!!
Nuestros gobiernos siguen pensando en los planes sociales apÃcolas, dejando en el olvido a los que vivÃan desde antaño de la actividad.
Emparejamos para abajo con un subsidio que entrega plata a los que ya dejaron la actividad hace algunos años, y todavÃa están anotados en registros menterisos, y condena con migajas a muchos, que con un número importante de colmenas, no sabe que remedio casero inventar, para que la varroa no se lo coma a el, después de exterminar sus abejas.
Apicultores jovistas, o de fin de semana, pequeños y grandes, todos formamos la gran familia apÃcola, pero mientras unos, comparten sus ratos de ocio junto a ellas, otros (muchos o pocos, no sabemos bien) las necesitan como un sustento, por eso mismo acompañan su decadencia, no como especie, por que jamás desaparecerán, pero si como generadora de un sustento genuino para una flia tipo.
Escuchamos muchas alternativas, en este tiempo súper informatizado, sembrar para las abejas, planes estratégicos, mesas provinciales, dejen de echar azúcar, volvamos a cazar enjambres, atenderlas desde afuera, los hay de todos, polÃticas y de manejo, pero escritos por iluminados que tienen la cintura sana, algún rebusque oficial y nunca experimentaron el mas ardiente de los subproductos de las colmenas, “la apitoxinaâ€â€¦
A todos estos recordemos el sofisma del principio y ahora un poquito mejorado, el néctar es el que manda, si no hay campo, es como pedirle peras al olmo.
Para rescatar algo de todo lo expresado debemos poner mas énfasis que nunca en cuidar nuestra imagen y los pequeños reductos apÃcolas, donde si bien no tenemos cosechas abundantes, si sustentables con bastante regularidad.
Por lo tanto para terminar, permÃtannos dejar algunas sugerencias para cuidar esos campos que nos permiten seguir con esperanzas en nuestra actividad
Trabajemos con abejas mansas, tengamos responsabilidad con las tranqueras, no llevemos personal en cajas del camión y camioneta ni colgados de los estribos, no nos acerquemos a los propietarios ni al personal del campo a saludar con todo el equipo puesto, genera desconfianza y temeridad innecesaria hacia nuestros bichitos, muchÃsimo cuidado con el fuego al encender el ahumador, nunca esta de mas una caja hermética de chapa para llevar el ahumador prendido de un apiario a otro.
No abramos las tranqueras con los guantes puestos, principalmente si estamos trasladando abejas y no fuimos lo suficientes precavidos para tapar bien la carga, pues las que perdamos en el camino irán a parar donde dejemos olor con los guantes. No ofrezcamos mas de lo que podamos pagar, para tratar de cumplir nuestros compromisos. Estemos atentos cuando la abeja esta mas nerviosa de lo habitual para no dejar acercar a extraños al colmenar…
Muchos apicultores consideran que el simple permiso o paga por establecer sus apiarios los habilita a servirse de todo lo que produce el campo, pasando por situaciones embarazosas por atribuciones malentendidas.
Cuando nos han dejado sin camino hacia el colmenar por una nueva siembra pidamos permiso para abrirlo sobre el nuevo cultivo. Circulemos a velocidad moderada dentro de los campos, rebajando al mÃnimo frente casas o puestos para evitar polvaredas molestas. Dediquemos parte de nuestro tiempo a relacionarnos con la gente que habita en el campo, tanto propietarios o empleados.
Muchos cumplimos con naturalidad estas normas para establecer relaciones duraderas con nuestros principales aliados, los propietarios y su personal en el campo.
Mientras tanto nos seguiremos esforzando con mas creatividad, mas dedicación, mas profesionalismo, para generar nuevos recursos, diversificarnos, con abeja, subproductos, polinización, entendiendo que lo mas difÃcil de esto es la comercialización, tal vez no sea para todos, pero a nadie se le niega el intento, como todo trabajo si lo encaramos en forma paulatina, seria y responsable, a la larga dará sus frutos.
Tal vez la rueda se diera vuelta y gestemos la semilla, para que nuestros hijos o nietos, puedan, aprovechar las bonanzas venideras, desterrando aquella frase de nuestros mayores de†todo tiempo pasado fue mejor†por una esperanzadora ¡¡ lo mejor esta por venir!!
Hasta pronto
ApÃcola Mercedes
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