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4/2013

Con el barco en el secano...

Casi concluida la cosecha en gran parte del territorio nacional, la desigualdad en los rindes sigue siendo una constante en las diferentes regiones, algunos contentos, otros hechos y bastantes desilusionados.

En el partido de Mercedes se dieron condiciones metereológicas excepcionales. Durante la primavera, excesivas lluvias con recurrentes desbordes de arroyos y del río Lujan, nuestro principal afluente, con nacientes en nuestra vecina localidad de Suipacha, dejó caminos y bajos anegados y maltrechos, que nos hacían presagiar bastantes inconvenientes para nuestro regreso de zonas tempranas. Ya se presagiaba entonces inconvenientes para los campos pesados y bajos, de poco perfil, en la generación de néctares, ya que éstos, saturados de agua, anulan por putrefacción de raíces a nuestro principal aliado, el cardo negro.

Pero esto no era todo, a mediados del mes de diciembre, se negó la lluvia por completo, hasta los primeros tenues chaparrones para fines de febrero, dejando grogui las islas florales de los campos con mejor perfil. Esto provocó un combo explosivo para nuestras vapuleadas compañeras, recolectando apenas un alcita las mejores colmenas. En definitiva una de las peores temporadas en años.

Como contrapartida y después de un verano de experimentos con productos orgánicos, para tratar de mantener a raya la varroa, luego de una pasada con amitraz , estamos transitando los primeros análisis de conteo del ácaro en forética, con porcentajes más que alentadores, como para encarar una invernada sin sobresaltos.

En los últimos días de marzo pudimos observar un marcado repunte en las cotizaciones de la miel, lo que nos hace avizorar un mercado activo con precios constantes, que vendrán más que bien para compensar los bajos rindes a los que estamos habituados.

No queremos dejar pasar la ocasión para contarles que la Sociedad Argentina de Apicultores (SADA) está realizando distintos cursos gratuitos (algo inusual en estos tiempos) para formación profesional. Los interesados recurrir a la página www.sada.org.ar o al teléfono 011-4343-8171.

En nuestro anecdotario encontramos una rica situación para compartir.

Las primeras incursiones a la primera sección del Tigre, por la década del 80, las transitamos con una ilusión inusitada, cómo todo novel apicultor, ansiosos por las expectativas, y maravillados por ese entorno semi salvaje. A medida que uno se aleja del puerto va dejando de lado la gran urbe, la zona veraniega, para internarse en un clima detenido en el tiempo. Exuberante vegetación, mezclada con algunos parques arreglados por los nostálgicos isleños, casitas sobre pilotes, abrazadas por zarzas y glicinas, invadidas por varas y ligustrinas, son la constante del paisaje, añorando épocas lejanas de inmigrantes europeos, con sus cultivos de frutales.

Parábamos en lo del polaco Jacobo y su señora Dina, aun hoy uno de mis hermanos los visitan. Ahí aprendimos los caprichos de la luna y el viento, generando las mareas, ver correr un arroyo para un lado y al ratito para el otro, algo impensado en nuestra llanura con declives. Compartir la cena con botas, y el agua a media caña, esperando que ahí deje de subir, para no tener que levantar la tele y demás enceres a los aposentos superiores.

Luz a batería, filtro de barro para el agua, lancha almacenera, ¡sólo dos veces por semana ojo!, y lo más raro para nuestra actividad, pasábamos caminando por debajo de las colmenas.

Aprendimos los malabares del tablón, andamios para poder trabajar, y algunos años no sacarnos la careta para comer, ¡por los mosquitos!!

Navegando con nuestro yumpita, de regreso a nuestra morada, en el pontón maderero, en esas tardecitas de primavera, tal vez después de una nucleada, pudimos observar, al mirar hacia atrás en la recta ya avanzada, la ultima curva alejada. Coincidir con el astro descendiendo en el ocaso, con sus últimos disparos de luz, reflejados sobre la estela abandonada, de nuestro paso lento, pero sin pausa por el arroyo.

Como pasa siempre con esta actividad, compartimos buenas y malas temporadas, bajamares y pleamares podríamos decir para esta zona, exceso de esfuerzos y excesos de satisfacción, pero como dice alguna linda canción, “solo se trata de vivir, ésta es la historia”, haciendo lo que nos gusta.

Hasta pronto

Apícola Mercedes

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